Alexa y la condena de los jardines amurallados

Alexa y la condena de los jardines amurallados
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Reyes Magos 2020. En casa ha aparecido como quien no quiere la cosa un Amazon Echo Dot, un aparato infernal que igual sus majestades no saben que yo no veo con buenos ojos. El tema es que como son muy avispillas se han dado cuenta de que mis niños querían poder escuchar las canciones que les gustan de forma cómoda.

Ahí admito que los pequeños altavoces inteligentes son una buena opción, así que la idea de los Reyes es aceptable: lo colocas en la habitación, configuras la cuenta de Amazon y a tirar millas. ¿No?

No.

El problema del Amazon Echo Dot es uno que yo no había tenido en cuenta al escribir la carta a los Reyes Magos: resulta que este altavoz se lleva bien con Amazon Music y medio se ajunta con Spotify, Deezer o Apple Music. De YouTube Music —que de momento es lo que usamos en casa— no quiere ni oir hablar.

Como digo a pesar de mi sabiduría infinita no tenía ni idea de esto, así que tras levantarnos esta mañana a las 8 AM —hemos aplacado a las fieras durante una hora y pico, pero ya no había forma de dormir más— me he puesto a investigar un poco y rápidamente me he dado cuenta del pastel. Se supone que de hecho hay formas de conectar el Echo Dot a YouTube, aunque no están destinadas a usuarios finales. Hay que hacer una serie de historias con la consola de desarrolladores de Google y la de Amazon.

Lo explica por ejemplo muy bien un youtuber llamado Paul Hibbert aquí, y aunque he seguido el tutorial de principio a fin, el resultado es nulo. Quizás por el idioma (no reconoce mi perfecto español y tampoco mi cuasiperfecto inglés) o quizás porque Amazon trata de capar estas cosas rápido. El caso, insisto, es que a mí no me ha pirulado y no tengo muchas ganas de perder el tiempo con esto.

Tras perder un ratito con eso he perdido otro ratito tratando de configurarlo con Spotify, pero solo puedes enlazar el servicio si tienes cuenta Premium, algo que no se cumple en mi caso. Al final hemos optado por lo que Amazon quería: vinvular el Echo Dot no a una nueva cuenta limpia de Amazon, sino a la cuenta que usamos para Amazon Prime en casa.

No me mola nada, sobre todo porque esa cuenta tiene asociada una tarjeta en la que podría haber gastos insospechados, pero al menos es cierto que así la cosa funciona más o menos. Y digo que más o menos porque al pedirle que ponga música de M-Clan ha puesto bien la primera canción y luego ha empezado a poner música que desde luego no era de M-Clan. Tras decirle diez veces "Alexa, siguiente" me he cansado y he pasado a una lista de reproducción distinta que más o menos ha tirado.

Mi queja no es con el dispositivo, ojo. El sonido está bastante logrado para un cacharro tan pequeñito, y lo cierto es que el reconocimiento de órdenes de voz es estupendo. El problema es que odio estos jardines amurallados, y de hecho pensé que no habría problemas cuando por ejemplo el Chromecast ya se lleva bien con Amazon Prime Video y el Fire Stick ya se lleva bien con YouTube. Eso no es cierto (al menos de momento) en el caso de los servicios de música en altavoces inteligentes, y es una verdadera patata.

El problema, claro, no es solo del Echo Dot o de cualquier otro dispositivo de la familia Amazon Echo. Tampoco del Home Mini (que creo que tampoco se lleva bien con Amazon Music).

El problema es de los malditos jardines amurallados.

Cada cual —lógicamente— quiere que el usuario de turno lo haga todo con sus aparatitos, sus serviciitos y sus aplicacioncitas. Que no salga del redil y lo pueda encontrar (casi) todo en su bonito ecosistema. Y el problema es que eso limita opciones. Y las opciones siempre, siempre, siempre, son buenas.

Así que, Reyes Magos, no sé qué decir. Para 2021 voy a poner en mi carta a Sus Majestades que a ver si pueden romper esos jardines amurallados y lograr que todos se lleven bien con todos para que sea el usuario quien decida.

Igual es pedir demasiado. Maldición.