Adiós Windows 11, hola Windows 10

Adiós Windows 11, hola Windows 10
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Llevaba meses usando Windows 11 en mi PC de sobremesa. Lo hacía sin demasiados problemas desde las versiones preliminares desde que me inscribí en el programa Windows Insider y con esa sensación chula de "estoy probando lo útimo de lo último".

Me gustaba lo que estaba viendo. El rediseño minimalista y elegante daba buenas sensaciones, e incluso ese menú de inicio centrado acabó convenciéndome. No había problemas de rendimiento y la cosa parecía mejorar a medida que nos íbamos acercando al lanzamiento oficial, así que esto pintaba bien. Windows 11 molaba.

Llegó el lanzamiento oficial y como comenté en Xataka hubo unas cuantas cosas que me gustaron y otras que me gustaron menos. El balance era bueno, así que seguí con este sistema operativo instalado, y como aparecieron formas de instalarlo en máquinas oficialmente no soportadas acabé instalándolo también en el Dell XPS 13, que por su viejo procesador (un Core i5-5200U) estaba teóricamente descartado.

Al principio el Dell pareció aceptar bien la instalación —nada de actualizar, para este tipo de saltos instalo de cero— pero a los pocos días quedó claro que Windows 11 no iba nada fino allí. No es que Windows 10 fuera súper suave, pero en Windows 11 había cosas que iban bastante más lentas, incluido algo tan tonto como pulsar la tecla Windows para lanzar algún programa y que al empezar a escribir aquello tardase en reaccionar.

La sensación se fue agravando, pero la cosa iba también algo peor en Windows 11. Tras cada actualización, como decían mis compis de Genbeta, la sensación era que la respuesta del sistema no era tan fluida y había cosas que daban conflicto con este sistema pero no con Windows 10. Mis auriculares Sony WH-1000XM4 se conectaban unas veces sí y otras no, pero además no pirulaban bien con el 'Battlefield 1'. Había algún conflicto más que ya no recuerdo, incluido lo de los tiempos de respuesta del lanzador y el buscador de Windows, que era, como les gusta decir a los yanquis, suboptimal.

Total, que decidí volver atrás. Tanto en el Dell XPS 13 como en el PC de sobremesa he acabado eliminando la partición de Windows 11 y volviendo a instalar de cero Windows 10. Ya lo hago con tanta soltura que recuperar las herramientas que uso me lleva una hora máximo, y lo cierto es que aunque el Dell XPS 13 sigue yendo algo renqueante —se notan los años—, el PC ha vuelto a comportarse bien, como ya lo hacía cuando antes lo usaba con Windows 10 (y con Windows 11 antes de su llegada oficial y de algunas actualizaciones que han empeorado la situación en lugar de mejorarla).

No entiendo bien qué está pasando con las actualizaciones —ha habido problemas con los chips de AMD, por ejemplo—, y se supone que Microsoft había hecho mejoras en el planificador para que todo fuera más suave (ciertamente así parecía en las versiones iniciales), pero sea como fuere, Windows 11 de momento está (al menos para mí) causando algunos problemillas que, la verdad, no tengo ganas de soportar.

Tampoco es que esté usando mucho el PC últimamente. Llevo unos días ya trabajando con el Mac mini y con macOS Monterey y aunque sigo adaptándome a ciertas tonterías que voy solucionando (ya lo contaré todo en un futuro post), la transición —con alguna que otra limitación— está siendo más suave de lo que pensaba, y la culpa no es de macOS, pero eso ya lo contaré, insisto.

Total, que Windows 10 vuelve a mi vida. Supongo que reinstalaré Windows 11 en algún momento, pero de momento, la verdad, ahí se queda.