Adiós, 3D, adiós, adiós

Hace casi exactamente 3 años publiqué un post con un titular muy mío, muy de pequeño pseudo-gurú tecnológico con aspiraciones. En "Avatar lo cambiará todo" contaba cómo las 3D parecían ser el futuro de un mercado que necesitaba un impulso. Lo fue, sin embargo, porque desde entonces -y aún ahora, y aún durante algún tiempo más- no hemos parado de ver televisiones en los que el plus de las 3D imponía un crecimiento de precio muy significativo.
¿Y para qué? Pues en la mayoría de los casos, para poca cosa. Apenas he visto películas en 3D porque como dije algo después -dándome cuenta de que había abierto la boca más de lo necesario- la mayoría no aportaban nada especial, y la versión 3D no era más que una excusa para pagar más para disfrutar de algo que, desde luego, pocas veces había sido pensado para ser disfrutado en tres dimensiones.
Lo confirmaban en The Verge hace unos días, donde la prueba irrefutable de que las 3D estaban muertas era patente: en el CES de Las Vegas ya no se hablaba de TVs con soporte 3D. Mucho SmartTV -de esto pronto toca post-, mucho resoluciones 4K -tendencia de futuro- pero nada de posters gigantes con un robot saliendo aparentemente del último televisor del fabricante X.
Me gustaría saber cuál es la opinión de los que habéis acabado comprando televisores y, sobre todo, contenidos en 3D. Y por supuesto, si esa compra y esos contenidos realmente merecen la pena o acabáis acudiendo a las viejas y buenas dos dimensiones. Ni siquiera en el mercado de los videojuegos, donde este terreno parecería mucho más explotable, se ha avanzado desde entonces. En parte miento, porque el invento más singular de este CES, el interesante Occulus Rift, tiene cierta relación con las 3D por esa inmersión que nos proporcionan estas gafas de realidad virtual. Veremos si de allí sale algo, pero de lo que estoy seguro es de que hoy por hoy jamás pagaría 300 ó 400 euros más por esa pegatina 3D que tanto brilla en los televisores de los centros comerciales.