Adblock Plus, publicidad y el (brillante) futuro de los medios

En mi perfil de Twitter lo dejo claro. Escribo. Es lo que hago para ganarme la vida, y desde hace un tiempo me encuentro en una encrucijada. No soporto la publicidad en internet, que es precisamente lo que me da de comer. Me tiro piedras contra mi propio tejado, porque soy un usuario activo de la extensión Adblock Plus desde hace tiempo.

Esa confesión seguro que me cuesta algún que otro tirón de orejas de mis actuales jefes -ya lo hizo en el pasado- pero es que la situación se ha vuelto insostenible. La evolución de la publicidad en internet ha seguido una línea triste, casi deplorable. El control que exigen los anunciantes era algo inimaginable en los tiempos de las revistas impresas, y ahora nos encontramos con situaciones en las que páginas en las que confiamos son en realidad trampas mortales para nuestra privacidad. Qué ironía que los lectores de PC Actual se quejaran de que en aquellos tochos la mitad fuera publicidad… quién pudiera volver a aquellos tiempos.

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Podría dar mi versión de la historia, pero es que lo ha hecho de forma excepcional Marco Arment, que hablaba sobre la ética del bloqueo de la publicidad en la web moderna y que llegaba a la conclusión de que en realidad todos somos culpables. Que es lo mismo que también decía Jorge Segado (@jorgesegado) en una crítica a este tipo de aplicaciones que le han quitado a la industria en la que trabajo 22.000 millones de dólares este año.

Me gusta especialmente la reflexión de Arment porque cree que este desastre del negocio editorial podría plantear una revolución. Debería plantearla. Existen formatos publicitarios mucho más llevaderos para todos -los blogs de marca y los contenidos patrocinados son una forma mucho más coherente de respetar al anunciante y al lector- pero es que además existe otra revolución pendiente:

La de la gratuidad de los contenidos. La del todo-by-the-face.

Hace mucho que eso me preocupa. Ningún canal de comunicación ha sobrevivido sin publicidad, pero muchos se han adaptado a los tiempos. Pagábamos por los periódicos porque nos daban información de calidad -y aún así, tenían publicidad, todo un ejemplo de que si pagas por el producto, también eres el producto-, pero no lo hemos hecho nunca por la radio o, si queríamos, por la televisión. La publicidad asola ambos medios de comunicación, pero uno siempre puede cambiar de emisora y canal, hacer una visita al Sr. Roca, aprovechar para hablar con esas personas con las que te das cuenta de compartes techo (¡anda!) o, lo más usual hoy en día, echar un vistazo al móvil para interactuar con personas con las que no compartes techo o, simplemente, para distraerte esos minutos.

Tal y como yo lo veo, el futuro de los medios en internet pasa por algo similar a lo que pasó en la televisión. ¿No te importa ver por decimoquinta vez Ben Hur o te encanta Master Chef con diversas interrupciones publicitarias ricas ricas y con fundamento? Ahí tienes la televisión de toda la vida para disfrutarla. ¿Quieres ver las últimas series y pelis del momento, y hacerlo sin que te den el tostón con el anuncio tóxico de la temporada? A pagar, majo.

Eso es lo que debería pasar en internet y en los contenidos que aquí leemos. Si quieres contenidos de calidad, sin publi, y los disfrutas de forma más o menos constante, deberías comprender que el que está al otro lado tiene que comer. Eso no significa necesariamente pagar una burrada por esos contenidos (cough cine cough), y de hecho ya hay alternativas que permiten pagar por lo que lees de forma justa. Yo, como sabéis, llevo algún tiempo con una campaña en Patreon, pero lo mismo hacen muchos medios pequeñitos con servicios como Dropcoin o las viejas donaciones vía PayPal.

Otros más grandes abogan por ideas más trilladas. Tenemos un ejemplo claro en el paywall de The New York Times, que puede ser un poco tostón, pero que comienza a tener sentido para ellos -acaban de alcanzar el millón de suscriptores-. Y también ejemplos más curiosos y prometedores como los servicios de suscripción -por llamarlo de algún modo- de ElDiario.es o de El Español, que convierten al lector en partícipe del proyecto, incluso en accionista en el último caso. Me parecen buenas formas de afrontar el futuro de la comunicación, un futuro más sostenible y justo y equitativo para quienes difunden la información y quienes la consultan. No sé, pese a lo negro de la situación el artículo de Arment me ha devuelto cierta actitud positiva. Como que vuelvo a creer en que la gente al final entrará en razón. Y cito:

In a few years, after the dust has settled, we’re all going to look back at today’s web’s excesses and abuses as an almost unbelievable embarrassment. Hopefully, the worst is behind us. And it’s time to stop demonizing people who use tools to bring that sanity to their web browsers today.

Ojalá que sí. Menos abusos de anunciantes y medios, menos trucos de los malvados usuarios, y un poco más de sentido común. Si te gusta lo que lees en internet, incluido esto, deberías reflexionar sobre ese futuro en el que puede que haya una internet de calidad discutible pero gratuita y con publi, y otra teóricamente (esperemos) de mayor calidad y que ponga al lector en el centro de la experiencia.

Que es lo que yo por ejemplo trato de hacer en Incognitosis. Ale, imposible evitarlo: aquí tenéis súper-banner con mi campañita. ¡Acoquinad y formad parte del futuro!

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