47 castañas

47 castañas
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El año pasado celebraba por aquí mi cumpleaños con un salto con patada del tigre incluida frente al Teide. Hoy el salto ha sido distinto y también simbólico del momento: lo he hecho en casa e incluso lo he publicado en Twitter para compartir mi excepcional estado de forma a esta edad ya respetable. Helo aquí.

Alguno me ha comentado en Twitter o en otros medios cómo había acabado tras la foto y si me había roto algo. Afortunadamente no: he caído de pie, lo que es buena señal. Cuando no pueda hacer el salto (o no pueda caer de pie) probablemente me dé cuenta de que empieza esa inevitable cuesta abajo en la que yo, de momento, no me veo.

Llegará, claro, pero sigo sintiéndome como un teenager, gracias en parte al hecho de que trabajo con gente joven. No me siento como (ni soy, ojo) un boomer, que es el simpático apelativo que las nuevas generaciones usan en lugar del abuelo cebolleta o abuelete a secas. Eso no quita para que no vaya acumulando historietas, como todos.

Cumplir años confinado es un rollete, pero teniendo en cuenta que es laborable mi día no hubiera sido muy distinto si no estuviéramos en esta situación, así que me doy con un canto en los dientes: estamos todos sanos y salvos —y que siga así— a pesar de que gente cerquita lo ha pasado o está pasando muy mal con el coronavirus.

Suelo hacer balance cuando empieza el año y cuando cumplo años. Este último ha sido, una vez más, estupendo en lo personal y lo profesional. Para dar gracias desde que amanece por todo lo que tenemos —como bien dice mi mujercita—, que es mucho.

Que siga así por muchos años, no pido más. Que el año que viene y los siguientes pueda dar un salto y pegarlo aquí. Y si no puedo ya habrá otras cosas que pegar, seguro. Mientras, ya se sabe, carpe diem.

PD:  Quince cumpleaños ya por aquí. Los catorce anteriores los tenéis en estos enlaces que os mandarán a las celebracioens de los 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45 y 46.