45 castañas

Hoy cumplo 45, pero como siempre me pasa, lo hago con una sensación de que no deberían ser tantos. Uno oye hablar sobre una "persona de 45 años" y se imagina a alguien mayor. Recuerdo bien a mi padre con esa edad, porque yo ya tenía 13. Era todo un señor. Si me lo hubiera encontrado sin conocerle en el parque del miniresort burgués probablemente no hubiera hablado mucho con él así de primeras: le hubiera visto mayor.

Yo no me siento así. Bueno, un poco sí cuando la profe de natación me pide que haga un 10x100 (si sabéis de qué va, me entenderéis) o cuando salen esos ruiditos al agacharte a cogerle algo a los enanos y luego incorporate. Los que los hacéis seguro que me entendéis. Los que no, olvidad esto último.

Pero como decía, lo cierto es que por una cosa u otra no me siento como un señor de 45. Me siento más o menos como un chaval con una edad indefinida. Me levanto cada día un poco sorprendido de tener alrededor tanto a Sally como a dos pitufos maravillosos que me alegran la vida cada día. ¿De dónde han salido? ¿De dónde ha salido mi familia, mi trabajo, poder vivir donde vivo y como vivo? En cierto modo no estoy seguro. Es como si todo esto me pillara de sorpresa, como si no fuera obra mía (y de los que me rodean, claro). Pero no, chavales, resulta que de una u otra forma aquí estoy, contándolo nuevamente como suelo hacer en Incognitosis (lo hice a los 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43 y 44).

Como ocurre estos últimos años, la cosa va de dulce tanto profesional como personalmente. La cosa pudo torcerse mucho este año con ese bendito maldito segundo, pero afortunadamente todo quedó en un enorme y terrorífico susto. Eso, claro, hace que todo lo demás sea absurdo y deje de tener importancia, pero nuestra prodigiosa memoria (o falta de ella) nos devuelve rápido a la inmisericorde rutina, esa que hace que nos quejemos a diario de cosas absurdas que no importan tanto. Esa lección ha sido la más importante de un año estupendo, pero no quiero volver a tener que vivirla jamás.

De hecho eso es probablemente lo único que espero para cuando vuelva aquí a celebrar mis futuras 46 castañas. Hasta ese momento, nos leemos por aquí.