25 años de PlayStation desde la perspectiva de un traidor
Hay quien ve estas cosas con cierto bajón. Yo —al menos por ahora— las veo con cierto orgullo. El que da haber vivido esos momentos, supongo. Ayer fue uno de esos momentos. La PlayStation original cumplía 25 años desde que fue lanzada en Japón, un cumpleaños que ciertamente bien merecía un homenaje en medios diversos. El mejor, diría, el que han hecho con un conjunto de artículos en The Verge al que han llamado 'PlayStation 25th Anniversary Issue' y en el que han ido publicando (y siguen haciéndolo) diversos temas relacionados con su hardware, sus juegos y su cultura. Algunos de esos temas son fantásticos, y a mí me ha encantado el dedicado al del papel que tuvieron las PlayStation en la supercomputación.
Pero claro, no todo es The Verge, y yo también quería hacer un huequito a al tema en Incognitosis. Más allá de que se cumplan 25 años, la PlayStation es para mí una consola especial, sobre todo porque fue mi primera consola. Tardé bastante en comprarla en realidad: llegó a Europa hasta septiembre de 1995, pero creo que hasta bien entrado 1996 no nos hicimos con ella. Mis recuerdos de aquella época son, eso sí, difusos.
La razón es simple: para mí las consolas eran productos menores, poco relevantes. Llevaba ya años disfrutando de un Commodore Amiga 1200 en aquella época, así que lo que ya había visto en pantalla, al menos a nivel visual, no podía ser superado por una consola. O eso creía yo.

Y entonces llegó el Gran Turismo. Lo recuerdo bien, sobre todo cuando un día invitamos a un amigo a casa para que viera aquello que nosotros no podíamos creer aunque lo veíamos con nuestros propios ojos. "Mira tío, no es una película, es el juego, se ve así mientras juegas". Para nosotros, sobre todo viendo lo que había habido hasta entonces, aquello era lo más.
Curiosamente, es de los pocos recuerdos que tengo de la PlayStation, que pronto se convirtió en una consola con un éxito enorme no solo por sus juegos, sino porque piratearla era muy fácil. Modificar las consolas para que pudieran cargar CDs con copias de juegos se convirtió en la norma, así que aquello animó el mercado y no pareció tener demasiado impacto para Sony, que vendió la friolera de 104 millones de unidades en toda su historia y que también vendió juegos a cascaporrillo.
Es raro. No recuerdo apenas ningún juego sin alguna chuleta que me oriente. El 'Gran Turismo', desde luego, y también el 'Soul Blade' —al que yo era particularmente bueno, y con el que desesperaba a mis contrincantes—. Si acudo a listas de esas con los mejores juegos vuelvo a recordar algunos como 'Driver' —diría que anticipo de GTA hasta cierto punto— 'Tomb Raider 2', 'Crash Bandicoot', 'Tekken 3' o 'Metal Gear Solid' —otro prodigio visual para la época— y creo que el 'FIFA 98', que debió ser mi primer FIFA más o menos aprovechado.
Pero la PlayStation, por alguna razón, nunca acabó de conquistarme. Años después aparecería la Xbox original, y diría que uno de los argumentos que dirigió la balanza a aquella consola fue que me pilló trabajando en PC Actual. Recuerdo que la cobertura que hicimos para analizar la consola fue extraordinaria para la época. Supongo que lo que vi me dejó alucinado, porque aunque la PS2 se había lanzado un año antes en Europa la cosa no me acabó de llamar la atención.

No solo estaba eso, claro: la Xbox pronto se convirtió en la consola preferida de piratillas y hackers de medio pelo. Yo tenía -y aún tengo- todo el pelo, pero aquello sin duda fue un argumento demasiado potente para mí. No solo por poder probar juegos antes de comprarlos (ejem) —que era para lo usaba esa función oscura, no vayáis a creer—, sino porque era fantástico poder usar la Xbox con aquel proyecto llamado XBMC que la convertía en un Media Center excepcional. Cómo molaba poder controlar la reproducción multimedia con aquel software. Era sencillamente fantástico, y de hecho XBMC, chicos y chicas del lugar, acabó derivando en un proyecto alucinante llamado Kodi que ha ido aún más allá con esa prodigiosa capacidad de sus plugins.
No todo en la Xbox era perfecto claro. Los mandos, los famosos "The Duke" por su tamaño inmenso, eran poco ergonómicos, pero poco después llegarían los Xbox Controller S que por fin estilizaban el diseño y los hacían mucho más manejables. Y con esos mandos llegaría el disfrute total con juegos que para mí sí están en un rinconcito muy especial como 'Dead or Alive', 'Top Spin' —ah, 'Top Spin', qué recuerdos— , alguna entrega de FIFA (creo que 'FIFA 2004' fue la que provocó más tensión con mi hermano y amigos durante aquellos años) o por supuesto 'Ninja Gaiden'.
El caso es que la PlayStation quedó totalmente aparcada para mí. Nunca volví a considerarla como potencial compra a pesar de sus virtudes, y tampoco me contagié de la tendencia general: todo el mundo la tenía porque la tenían sus amigos. Como yo ya era algo más mayorcito y seguía jugando —ahora ya ni os cuento— las generaciones que iban a por consolas estaban algo desconectadas de mí, así que ese argumento no lo era para mí. La PlayStation acabó siendo la única consola de sobremesa Sony que compré, aunque siempre miré de reojo la PS2, la PS3 o la PS4.
Durante todos esos años vi cosas que me gustaban en PlayStation, claro: su catálogo de exclusivos siempre fue fantástico, y creo que sus DualShock fueron toda una revolución para nuestra relación con las consolas (e incluso con juegos en otras plataformas). Sin embargo siempre me ha gustado más la aproximación de Microsoft a este terreno: me gustó que lanzaran Kinect, me gustó que trataran de convertir a la consola no solo en una consola, sino en un centro de entretenimiento (esa entrada HDMI de la Xbox One y opciones como el sintonizador de TDT eran sorprendente), y sobre todo me ha gustado el mimo que han puesto con Xbox Live y la retrocompatibilidad, un apartado que creo que es una apuesta de valor interesante no para los jovencitos, sino precisamente para los que como yo empiezan a cumplir primaveras de forma ya curiosa y quieren seguir pudiendo acceder a joyitas de su pasado.
Puede que no volviera a tirar de las consolas de Sony en el ámbito de sus modelso de sobremesa, pero la que sí compré —guiño, guiño— fue la PSP. De hecho aquella pequeña consola portátil me dio muchas alegrías tanto por los juegos como por otras cosas. Hablé mucho de ella por estos lares, pero esos, claro, eran otros tiempos. Jugaba y trasteaba más.
Hoy ya no tengo tantas oportunidades de hacerlo, pero eso no quita para que siga teniendo muy presente ese mundillo no solo por vocación, sino por profesión: escribo a menudo sobre temas relacionados con los videojuegos que frecuentemente tienen a Sony y a sus PlayStation como protagonistas, así que espero con mucha curiosidad lo que pueda pasar con esa PS5 que llegará en 2020 y que será, creo (una vez más), el último capítulo de Sony en este mercado. Uno que estoy seguro que tendrá un éxito brutal.
De lo otro que estoy (casi) seguro es de que no me la compraré. Lo mío, señores, volverá a ser comprar una Xbox 5. O como se quiera llamar.
Pero de eso hablaremos aproximadamente dentro de un año. Hoy hay que celebrar que la PlayStation ha hecho historia durante 25 años. No sé si logrará hacerla durante otros 25, pero oye, que le quiten lo bailao.
Felicidades.